Etiquetas y esquemas mentales

Etiquetas y esquemas mentales

¿Cómo te definirías? ¿Qué etiquetas definen tu personalidad? ¿Qué concepción tienes de ti mismo? A unos nos resulta más fácil que otros describirnos, pero lo que es seguro, es que todos tenemos etiquetas y esquemas mentales sobre nosotros mismos. En este post vamos a ver de qué manera esto nos influye o nos limita en nuestro día a día y en nuestro autoconcepto.

Hablemos de autoconcepto

El autoconcepto es la manera en la que nos percibimos a nosotros mismos. Aquello que pensamos de nosotros, cómo nos describimos, qué cualidades o defectos presentamos… Y para todo ello usamos etiquetas y esquemas mentales en los que encajar y que nos definan. Por ejemplo, podríamos decir que somos amables, extrovertidos, torpes o tranquilos. ¿Qué pasa entonces cuando mi comportamiento no encaja en aquellas etiquetas que “me definen”? Pues que me siento mal conmigo mismo porque no me “reconozco”. Si me considero amable pero un día no ofrezco mi ayuda o si me etiqueto como una persona tranquila y un día le grito a alguien, mi autoconcepto se ve en peligro. Por el contrario, si me creo mi etiqueta de torpe, nunca intentaré nada nuevo porque simplemente soy torpe y no voy a saber hacerlo. Esto nos lleva a ser personas rígidas y no permitirnos cambiar y comportarnos según el contexto y no en función de las etiquetas. Vivir de acuerdo al yo-concepto no tiene sentido.

Autoestima y autoconcepto

Definimos nuestra autoestima en función a nuestro autoconcepto. Es decir, si tengo una imagen de mi pobre y negativa, mi autoestima será baja y viceversa. Si por el contrario me dejara fluir con los acontecimientos y responder a ellos de la manera más adaptativa y no en concordancia a mis etiquetas, mi autoestima no se vería afectada. Cambiemos entonces la manera de hablar y no digamos “yo soy” si no “yo me suelo comportar” de tal o cual manera. Elegir cómo me quiero comportar en diferentes situaciones va ligado a nuestros valores. Como los valores son algo que no cambian de un día a otro, solemos comportarnos de una manera más o menos estable. Pero si un día me comporto de manera diferente no conectaré con ese malestar, pues me permito poder hacerlo. Soy flexible. Así, si un día en una conversación acalorada le grito a alguien (manera en la que no me suelo comportar) no me culpo ni me crítico, si no que pido perdón. Actuando de esta manera en función a mis valores.

La autocompasión

Pasemos entonces de la crítica a la autocompasión. La autocompasión significa ser amables y comprensivos con nosotros mismos, sobre todo ante nuestros fallos y errores. Significa adoptar una visión más amable hacia nosotros mismos, alejarnos del machaque y la crítica continua. Así contribuimos a aliviar nuestro malestar y sufrimiento. Si nuestro comportamiento de aleja de aquel con el que me siento cómodo, lo reconozco y vuelvo a comportarme de acuerdo a mis valores. Sin críticas y permitiéndonos el proceso.

Así que huye de tus etiquetas y compórtate de acuerdo al contexto y a tus valores. El cambio es lo único estable.

Si crees que necesitas ayuda psicológica no dudes en ponerte en contacto con un profesional de la salud mental. En Casaleiz Psicología estamos a tu lado para ayudarte. No dudes en ponerte en contacto con nosotros.

Terapia psicológica, ¿en qué consiste?

Terapia psicológica, ¿en qué consiste?

Ante la idea de acudir a terapia psicológica son muchas las dudas que nos pueden asaltar y nos impidan dar el paso; como por ejemplo si la terapia será efectiva o si nos ayudará a solucionar nuestros problemas. También puede influir la incertidumbre de cómo es acudir a terapia, el miedo a los cambios o la incomodidad de exponer nuestros sentimientos y vida íntima ante un desconocido/a. Otras veces entra en juego la creencia de que debemos solucionar nosotros mismos lo que nos pasa o que nuestro problema no es tan importante como para pedir ayuda. Sea lo que sea, lo que tienen en común estos factores es que nos aleja del hecho de pedir ayuda y, por tanto, seguimos alargando nuestro malestar y sufrimiento.

En este post vamos a hablar sobre las expectativas más comunes que suele tener la gente a la hora de pedir ayuda psicológica y en lo que consiste realmente el trabajo que se realiza en consulta.

 

Expectativas y creencias más comunes sobre la terapia psicológica

A lo largo de mi trabajo como psicóloga especialista en Terapia de aceptación y compromiso (ACT) he podido ver que, en muchas ocasiones, la gente tiene unas ideas y expectativas desvirtuadas sobre acudir a terapia. Estas son las dos más comunes:

Quiero aprender a controlar mis emociones”. Esta es una de las frases que más escucho cuando pregunto a la persona que viene por primera vez a consulta qué espera conseguir con la terapia. El significado de controlar implica tener la capacidad de decidir e interferir en cómo me afectan mis emociones o qué emoción quiero tener o no. Suponemos que depende de nosotros decidir cuál es nuestro mundo emocional y poder cambiarlo a nuestro antojo. Por este motivo la petición en consulta es querer controlar emociones, para así poder suprimir aquellas emociones “negativas” y poder sustituirlas por emociones “positivas”. Y de esta manera ser más felices. Caemos así en una trampa pues esto no se puede conseguir. En el siguiente apartado veremos la realidad de la gestión emocional.

Quiero dejar de tener estos pensamientos”. De la misma forma que las personas quieren dejar de sentir emociones desagradables  pasa lo mismo con los pensamientos. La petición popular es querer dejar de pensar esto o aquello y tener pensamientos más positivos que no les causen dolor o les impidan hacer cosas. Volvemos a querer controlar. Poder controlar qué tipo de pensamientos voy a tener para así poder deshacerme del sufrimiento que me causan. Y, siento decirte, que esto no funciona así. Lo veremos más adelante.

 

 Cuando se comenta y se explica cuál es el verdadero funcionamiento de las emociones y los pensamientos, las personas suelen darse cuenta de la trampa en la que están inmersos. Así se abren al proceso de terapia bajo una perspectiva más realista. Lo vemos a continuación.

 

Qué se trabaja realmente en terapia psicológica

Como he comentado anteriormente, mi trabajo como psicóloga se desarrolla bajo el marco teórico de la Terapia de aceptación y compromiso. Atendiendo a este enfoque veamos en qué consiste realmente el trabajo en sesión y los objetivos a conseguir. Estos serían los tres puntos más relevantes:

Gestión emocional.

Hablamos aquí de gestión de nuestras emociones y sentimientos y no de control. ¿Cuántas veces has querido cambiar, eliminar, controlar tus emociones? ¿Has tenido éxito? Casi seguro que no. Tenemos que entender y aprender que nuestras emociones son las que son, no podemos decidir sobre ellas. Todas nuestras emociones son válidas pues nos dan información. Podemos decir que unas son más agradables de sentir que otras pero no por ello puedo eliminarlas. Aceptarlas y aprender a vivir con ellas es la solución más adaptativa, pues no hay otra. Todo lo que nos lleve al control, a la lucha, solo nos hace invertir esfuerzo en una solución que nunca llegará. Por todo esto, durante la terapia se aprende a identificar emociones y a poder estar en presencia de ellas. La aceptación y el no juicio como camino a una relación sana con nuestro mundo emocional.

Gestión del pensamiento.

De la misma forma que no podemos eliminar o decidir cuáles son nuestras emociones no podemos eliminar o decidir cuáles son nuestros pensamientos. El pensamiento se genera de manera independiente a lo que queramos pensar. Si te digo “no pienses en un elefante blanco” automáticamente se crea en tu mente la imagen de un elefante blanco. Vamos entonces a aprender a diferenciar entre pensamiento útil y pensamiento limitante y a gestionar este último. Para gestionar los pensamientos se usan técnicas de defusión. La defusión consiste en separarme de mis pensamientos, en poder observarlos y no apegarme y/o creerme el mensaje que me estén dando. Si mi mente me dice “soy torpe” voy a dejar de hacer muchas cosas debido a que me creo este pensamiento. Si a pesar de tener este pensamiento, dejo de darle credibilidad y hago cosas, será la experiencia la que me diga si he sido capaz o no de hacer aquello que quería. Por eso, durante la terapia, se aprende a estar en presencia de los pensamientos pero de manera defusionada.

Acciones orientadas a valores.

Desde el punto de vista del control y la lucha, al no poder cambiar lo que siento y pienso, me alejo de aquellas cosas importantes para mí. Espero a sentirme mejor o a dejar de tener ciertos pensamientos para actuar según quiero hacerlo pero, me doy cuento que esto nunca llega a suceder. Trabajando la gestión emocional y de pensamiento aprendo a dirigirme hacia aquello que es importante para mí a pesar de sentirme de una determinada forma o tener determinado pensamiento. Aprendo a dirigir mi vida y no a que lo hagan mis emociones y mis pensamientos. Este es el fin último de la terapia, poder actuar y dirigirme hacia la vida que realmente quiero llevar.

 

Todo ello implica tiempo, trabajo y esfuerzo. No solo se ven cambios por el hecho de acudir a terapia. La terapia psicológica implica un compromiso con uno mismo y con el trabajo propuesto durante las sesiones. Eso sí, siempre con la ayuda, el apoyo y el acompañamiento del psicólogo.

 

Si crees que necesitas ayuda psicológica no dudes en ponerte en contacto con un profesional. En Casaleiz Psicología estamos a tu lado para ayudarte.

Una mirada hacia el trastorno obsesivo-compulsivo

Una mirada hacia el trastorno obsesivo-compulsivo

El trastorno obsesivo-compulsivo es uno de los trastornos de ansiedad por excelencia. El TOC se caracteriza por dos componentes: obsesiones y compulsiones. Comencemos poniendo un ejemplo. Para una persona que padece TOC de limpieza sus obsesiones girarán en torno a la idea de que todo está contaminado o que los gérmenes le van a hacer enfermar, entre otros. Las compulsiones serán lavarse las manos continuamente o dedicar muchas horas al día a la limpieza del hogar. Ahora, profundicemos un poco más en esto. 

 

¿En qué consiste el trastorno obsesivo-compulsivo?

El trastorno obsesivo-compulsivo es uno de los trastornos de ansiedad más limitantes e incapacitantes que conocemos. Como su propio nombre indica se compone de obsesiones y compulsiones. Las obsesiones son pensamientos de carácter intrusivo sobre los que la persona no tiene control. Cuando estos pensamientos aparecen parecen definir exactamente la realidad de la persona que los piensa. Son molestos, provocan sufrimiento e interfieren en el día a día de la persona. Para compensar estos pensamientos intrusivos se llevan a cabo las compulsiones. Las compulsiones son comportamientos repetitivos, bien conductualmente observables o bien de pensamiento, dirigidos a acabar con la ansiedad que producen las obsesiones. Pero paradójicamente las compulsiones no acaban con los pensamientos intrusivos, pues estos vuelven una y otra vez. De esta forma vemos que lejos de solucionar el problema, las compulsiones empeoran la situación de la persona, pues se ve atrapada en un círculo vicioso del que no puede salir. La ansiedad que sufre una persona que padece TOC es muy elevada pues se ve incapaz de salir de esta situación.

 

¿Cómo es vivir con trastorno obsesivo-compulsivo?

Una de las principales cosas que refiere una persona que padece trastorno obsesivo-compulsivo es su falta de control sobre el problema. Se dan cuenta que las obsesiones y las compulsiones que llevan a cabo son irracionales pero no pueden parar de hacerlo. Al ser algo que no pueden controlar, en muchas ocasiones, lo perciben como algo independiente de su propia persona.

El impacto que tiene este trastorno sobre la persona que lo padece puede llegar a afectar a sus áreas vitales como el trabajo o los estudios o las relaciones de pareja o interpersonales. Esto supone una gran fuente de malestar pues la vida que quiere llevar la persona se aleja de la que verdaderamente lleva.

La autoestima y el autoconcepto de una persona que padece TOC también se ve afectado; sobre todo cuando hacemos referencia a la capacidad percibida para hacer frente al problema, adaptarse a un trabajo o mantener una relación de pareja.

Todo esto es un añadido a la ansiedad que ya sufre la persona por las propias características del TOC. De esta forma el malestar y el sufrimiento de una persona con este trastorno va mucho más allá de un pensamiento intrusivo o tener que llevar a cabo una compulsión. La vida de la persona queda dirigida en muchas ocasiones por su problema y no por su libre elección, lo que conlleva un sentimiento y una sensación de pérdida de control sobre su propia vida.

 

Terapia de aceptación y compromiso en TOC

El principal tratamiento psicológico para tratar el trastorno obsesivo-compulsivo es la exposición con prevención de respuestas (EPR). Desde este enfoque se expone a la persona a las vivencias temidas con el propósito de que cada vez produzcan menor activación y los niveles de ansiedad bajen. A pesar de que los resultados avalan su eficacia, la exposición es realmente aversiva e insoportable para gran cantidad de personas.

La terapia de aceptación y compromiso supone una nueva aproximación al tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo. Bajo el concepto de “flexibilidad psicológica” se aprende a aceptar los eventos privados y la ansiedad sin luchar o querer eliminarla.

Podemos tratar al trastorno obsesivo-compulsivo como un trastorno de evitación experiencial. La persona quiere evitar y suprimir a toda costa los pensamientos obsesivos y para ello lleva a cabo los comportamientos compulsivos. Esto puede funcionar como un alivio a corto plazo, pero más allá de solucionar el problema, lo continúa y lo agrava. La persona no es capaz de salir de los círculos viciosos de obsesión y compulsión en los que se ve envuelta. Así, la ACT propone un cambio de foco en el tratamiento, dándole prioridad a los valores personales de cada persona y trabajando en la aceptación y el debilitamiento de la literalidad de los pensamientos obsesivos.

En resumen, trabajar bajo el enfoque ACT supone aceptar los eventos privados, quitarles carga literal y realismo, y enfocar y dirigir la vida de la persona en función de lo que es importante para ella, en función de sus valores.

 

Si padeces trastorno obsesivo-compulsivo y estás sufriendo por ello es importante consultar con un profesional de la salud mental. En Casaleiz Psicología estamos a tu lado para ayudarte. No dudes en ponerte en contacto con nosotros. 

 

La importancia de acudir a terapia psicológica

La importancia de acudir a terapia psicológica

Se podría enumerar una extensa lista sobre las causas que nos pueden llevar a buscar ayuda y terapia psicológica. Pues bien, podríamos resumirlo todo haciéndonos la siguiente pregunta: ¿estoy viviendo la vida que quiero vivir? En muchas ocasiones los problemas psicológicos que nos limitan son fácilmente reconocibles como ansiedad y estrés o estado de ánimo bajo. En otras simplemente nos resignamos a vivir con cierto malestar que ni siquiera sabemos de dónde viene o como manejarlo. Consideramos que no tenemos un problema psicológico como tal pero este malestar nos limita nuestro día a día. Como psicóloga en Málaga sugiero que este sería el momento de plantearnos acudir a consulta.

Indicadores que nos avisan cuándo acudir a terapia psicológica.

Son muchas las señales que nos indican que sería beneficioso para nosotros acudir a terapia psicológica.

Sientes que no puedes hacer frente a las demandas del día a día. Te sientes sin fuerzas, piensas que todo te supera y no te ves capaz de realizar todas las tareas propuestas para el día. Es un sentimiento de incapacidad y hace que termines el día agotado/a.

Tu estado de ánimo es bajo y te sientes triste la mayor parte del día. Hay un sentimiento de tristeza que se apodera de ti y te impide realizar tus actividades diarias. Te sientes mal la mayor parte del día, apático/a y sin fuerzas para hacer nada. Este sentimiento de malestar está haciendo que dejes de hacer aquello que es importante para ti.

Te sientes perdido, estancado y no sabes qué camino seguir. En muchas ocasiones tenemos la sensación de que no sabemos qué hacer con nuestra vida. Nos sentimos perdidos y estancados. Sabemos que necesitamos hacer cambios en nuestra vida pero no sabemos por dónde empezar. Es como una sensación de parálisis que nos impide salir del estado en el que nos encontramos.

Sufres dolor de cabeza, de estómago y/u otros síntomas corporales. Nuestro cuerpo es sabio y en muchas ocasiones nos alerta de que algo no va bien a nivel emocional. Sentir dolores corporales puede ser un indicativo de que algo no va bien dentro de nosotros, a pesar de que no sepamos identificar qué nos sucede.

Sientes falta de autoestima e inseguridad. Sentirnos bien con nosotros mismos es fundamental para nuestro desarrollo emocional. Sientes que no eres suficiente y constantemente te comparas con los demás.

Tus relaciones interpersonales se están viendo dañadas. Muchas veces cuando algo no va bien dentro de nosotros se refleja en el trato que tenemos con los demás. En otras ocasiones nos sentimos descontentos con las relaciones que mantenemos con amigos o familiares, compañeros de trabajo y no sabemos bien cómo solucionar esto.

La importancia de acudir al psicólogo.

De igual manera que acudimos a nuestro médico de cabecera cuando sentimos dolor físico, deberíamos acudir al psicólogo cuando nos sentimos mal emocionalmente. A pesar de que cada vez es más frecuente que las personas acudan a terapia, aún hay mucho recelo y tabús sobre pedir ayuda psicológica.

Lo que está claro y demostrado científicamente es que la terapia psicológica funciona y nos ayuda a solucionar los problemas psicológicos que estemos atravesando en el momento presente. La gestión emocional y de pensamiento, el autoconocimiento y contar con herramientas con las que poder hacer frente a nuestro día a día son fundamentales para cuidar nuestra salud mental.

Si tienes dudas o estás pensando acudir al psicólogo no dudes en ponerte en contacto con nosotros. En Casaleiz Psicología somos especialistas en problemas de ansiedad. Pide una cita y comienza a cuidar tu salud mental.

Apatía y Activación conductual

Apatía y Activación conductual

¿Qué es la apatía?

La apatía es un estado de ánimo en el que la persona que lo sufre siente desinterés, falta de motivación y entusiasmo por los diferentes aspectos de la vida. Seguramente todos nosotros nos hemos sentido apáticos en algún momento, sin ganas de hacer nada a pesar de tener la obligación de hacerlo. Cuando nos encontramos en un estado de apatía es muy frecuente sentir falta de motivación, desilusión y desinterés y por ello dejemos de hacer las cosas con las que antes disfrutábamos.

La apatía puede estar relacionada y puede ser síntoma de otras enfermedades y trastornos psicológicos. Por ejemplo, es uno de los principales síntomas que sufren las personas con depresión. También es muy frecuente en las personas que sufren demencia o alzheimer. El desgaste diario sufrido por la ansiedad y el estrés nos puede llevar a este estado de ánimo apático, en el que no nos apetece atender a más demandas. Otro tipo de enfermedades como la anemia o infecciones también pueden provocar estados de apatía.

¿Cómo funciona la apatía?

Como ya hemos comentado anteriormente, la apatía hace que nos encontremos en un estado de ánimo bajo, caracterizado por la falta de motivación e interés para realizar nuestras actividades diarias. Algunas de las actividades que dejamos de lado son obligaciones y tareas importantes que no podemos desatender, como por ejemplo el trabajo. Esto nos puede traer consecuencias importantes. Por otro lado dejamos de atender también nuestros hobbies y actividades que son gratificantes para nosotros. Esto hace que dejemos de sentir satisfacción y gradualmente dejemos de hacer aquello con lo que antes disfrutábamos.

El problema de todo esto es que cuantas más cosas dejemos de hacer, menos oportunidades tendremos de ser recompensados y poder experimentar sensaciones agradables y, por lo tanto, menos ganas tendremos de hacer cosas. Esto es a lo que llamamos círculos viciosos: como no tengo ganas de hacer nada no hago nada y como no hago nada no tengo ganas de hacerlo.

Otro factor importantes es que la persona que se siente apática está esperando a recuperar su ánimo y sus ganas para volver a retomar aquellas cosas que ha dejado de hacer. Y así, puede estar indefinidamente esperando a que esas ganas vuelvan. ¿Cuánto tiempo puede sacrificar una persona esperando este cambio? ¿Y si las ganas nunca vuelven? ¿Vamos a dejar de llevar la vida que deseamos llevar? ¿Y si le damos la vuelta a la tortilla y empezamos a hacer cosas a pesar del sentimiento de apatía? 

La activación conductual

Como ya sabemos, el sentimiento de apatía provoca que dejemos de hacer aquellas cosas importantes para nosotros. Debido a esta falta de actividad podemos experimentar otras muchas emociones como tristeza, ansiedad o vacío. Todo ello hará que según avance el tiempo nos sea más difícil salir de este estado anímico. La activación conductual es un tipo de terapia psicológica que nos ayuda a salir de esta situación.

La activación conductual propone poner de nuevo en marcha a la persona, hacer que retome poco a poco las cosas que ha dejado de hacer y ayudarla a reconectar con las sensaciones de bienestar que experimentaba cuando hacía estas cosas. Se debe empezar por objetivos sencillos y fáciles de cumplir para la persona y gradualmente ir añadiendo tareas. El objetico final es recuperar la vida que la persona llevaba anteriormente. Entre terapeuta y paciente se elaborará la lista de tareas. Es fundamental que los objetivos sean claros y asequibles para que la persona se pueda comprometer a llevarlos a cabo. De esta forma de rompen los círculos viciosos y la persona puede retomar su vida. Por otro lado también es muy importante trabajar a su vez la gestión emocional durante la terapia.

Call Now Button