La evitación experiencial

La evitación experiencial es una de las principales características que presenta una persona con ansiedad. Esto ocurre cuando una persona no está dispuesta a ponerse en contacto con experiencias privadas particulares (sensaciones, emociones, pensamientos, recuerdos) e intenta cambiar la forma o la frecuencia de esos eventos y el contexto que los ocasiona. Por ejemplo dejamos de acudir a aquella cafetería a la que íbamos con nuestra ex-pareja por todos los recuerdos que nos trae cuando estamos allí, cancelamos una cita con el psicólogo por miedo a hablar de nuestros sentimientos o cuando posponemos y posponemos alguna cosa que debemos hacer por la inseguridad que nos crea enfrentarnos a ella.

Interiormente también llevamos a cabo estrategias para deshacernos de estos pensamientos, emociones y sensaciones que nos invaden. Nos quedamos enganchados a esos pensamientos tratando de reelaborarlos para que dejen de molestarnos, intentando darles una solución con la falsa ilusión de que así ya no se nos volverán a presentar. Y nada más lejos de la realidad. Cuanto más alimentemos y más material le demos a nuestra mente, más avivará el fuego de pensamientos que arde en nuestra cabeza. Prestarle atención a lo que dice nuestra mente es darle poder, poder que vamos perdiendo nosotros con respecto a ella y al final hacemos y deshacemos según la mente quiere y no lo que queremos nosotros. Y te pregunto, ¿qué quieres realmente? Si no estás seguro tampoco pasa nada 😉

La alternativa a la evitación experiencial

¿Cómo podemos lidiar y afrontar la evitación experiencial? Trabajando la aceptación, que es el lado opuesto a la evitación experiencial. La Aceptación es una estrategia de cambio que consistente en no evitar ni controlar o cambiar los
pensamientos, emociones y sensaciones que nos visitan diariamente y, más concretamente, aquellos que calificamos como negativos e intrusivos, aquellos que no queremos volver a sentir y de los que nos queremos librar. Ante esta situación, lo que se propone es no hacer nada, no enfrentarse a las emociones o pensamientos. Sería admitir o tolerar estos eventos privados y la propia situación, sin intentar modificarlos o controlarlos. En definitiva, dejar de luchar. Y te preguntarás que cómo se hace esto.

Lo primero es saber identificar cuales son los eventos privados y situaciones que evitamos. Reconocer e identificar nuestros pensamientos y emociones es fundamental para poder dar el paso hacia la aceptación. Una vez reconocidos no entres a enredarte con el pensamiento o no intentes dejar de sentir ese sentimiento que te invade. Reconócelos, sé consciente de qué estás pensado o sintiendo y simplemente no hagas nada. Déjalo estar. Verás que la intensidad y la duración de estos eventos privados es menor que si intentaras evitarlos. Y con respecto a las situaciones temidas, prueba a hacerlo incluso con miedo o con esa sensación de malestar, o nunca lo harás.

Una manera para fomentar el reconocimiento de pensamientos y emociones es la práctica de mindfulness. Meditar nos abre las puertas a nuestro mundo interior, siendo más fácil conocernos e identificar esos pensamientos intrusivos, así como los sentimientos y emociones que nos visitan diariamente. A partir de su reconocimiento nos será más fácil practicar la aceptación.

Lo que resistes, persiste. Carl Jung

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