por admin | May 27, 2021 | Asertividad, Comunicación, Habilidades sociales, Mindfulness, psicología
¿En qué consiste la asertividad?
Parece que últimamente la palabra «asertividad» se ha puesto de moda. Escuchamos y leemos que debemos ser asertivos y que la asertividad es beneficiosa para nosotros. Pero, ¿sabemos realmente qué es la asertividad? La asertividad o comunicación asertiva es una manera de comunicarnos con los demás teniendo en cuenta y defendiendo nuestras ideas y nuestros derechos de manera adecuada y respetando, de igual forma, las ideas y los derechos de los demás. Siendo asertivos nos expresamos de manera clara y respetuosa teniendo en consideración diferentes puntos de vista. No pretendemos llevar la razón ni «ganar» una discusión sino expresarnos y trasladarle al otro nuestras necesidades.
Estilos de comunicación.
Podemos clasificar los estilos de comunicación en pasivo, agresivo o asertivo. El estilo de comunicación PASIVO implica dejar que los demás violen nuestros derechos, no respetamos nuestras propias necesidades, evitamos el conflicto a toda costa, no expresamos nuestros pensamientos y sentimientos, no establecemos contacto visual con nuestro interlocutor, apenas se nos oye al hablar, etc. Cuando usamos un estilo de comunicación AGRESIVO ofendemos verbalmente, despreciamos la opinión de los demás, hacemos gestos hostiles, somos groseros en la comunicación, etc. Si nos comunicamos de manera ASERTIVA expresamos pensamientos y sentimientos, no humillamos a los demás, tenemos en cuenta los derechos de los otros, evitamos el mayor número de conflictos posibles pero no necesariamente, usamos un lenguaje corporal adecuado, etc. ¿Puedes identificar que estilo de comunicación sueles utilizar?
Entrenamiento en asertividad.
Aunque seamos más propensos a usar un estilo de comunicación u otro, la asertividad es una habilidad que se puede desarrollar y mejorar. Así, con entrenamiento y puesta en práctica de manera consciente, podremos ir acercándonos a un estilo de comunicación más asertivo. Comunicándonos de manera más asertiva podremos comprobar que tiene beneficios sobre la relación que establecemos con los otros y sobre nosotros mismos. La asertividad mejora la capacidad para expresarnos, fomenta el respeto entre las personas, facilita la comunicación, fomenta capacidades de negociación, ayuda en la resolución de conflictos… La asertividad nos ayuda también a establecer límites, pudiendo expresar nuestras necesidades y así aliviando el malestar que conlleva estar siempre a disposición de los demás relegándonos a nosotros mismos a un segundo puesto.
La práctica de mindfulness puede ser muy beneficiosa para acercarnos a ser más asertivos. La práctica de la atención plena nos ayuda a conocernos mejor, a detectar y reconocer nuestras necesidades, nuestras emociones y sentimientos. Al hacernos conscientes de todo esto podremos expresarnos de manera más asertiva con los demás.
por admin | May 12, 2021 | apego, Autoestima, Dependencia emocional, psicología, Terapia de aceptación y compromiso
¿En qué consiste la dependencia emocional?
La dependencia emocional se describe como un patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas en el pasado. Estas necesidades se intentan cubrir en el presente de manera desadaptativa con otras personas. El desarrollo emocional que hayamos tenido es nuestras relaciones pasadas juega un papel fundamental a la hora de desarrollar patrones de dependencia emocional con otras personas. Así, cuando nuestro desarrollo emocional ha sido de tipo seguro y hemos contado a lo largo de nuestra vida con personas que se han mostrado sensibles, atentas y han validado nuestras emociones, será menos probable que dependamos emocionalmente de otros. Nuestras necesidades emocionales se han visto satisfechas y no necesitamos de otros para cubrirlas. La dependencia emocional se puede desarrollar en numerosos ámbitos, ya sea en una relación de pareja, de amistad, con nuestros padres o algún familiar.
Características de la persona emocionalmente dependiente.
Las personas con dependencia emocional suelen ser personas con baja autoestima, inseguras y con sentimiento de inferioridad. No son capaces de reconocer sus necesidades emocionales. Por otro lado tampoco han aprendido en qué consiste una relación sana con los demás. Al no haber contado con un aprendizaje emocional adaptativo en el pasado hace que en el presente se relacionen de manera dependiente con otras personas. Y como nunca es tarde para aprender, este patrón desadaptativo se puede modificar mediante el aprendizaje y la toma de conciencia emocional.
Desde el autoconocimiento personal y emocional podemos aprender a reconocer nuestras necesidades emocionales y poder satisfacerlas por nosotros mismos y no mediante terceras personas. De esta manera podremos disfrutar de otra forma nuestras relaciones personales, de manera sana y adaptativa.
Indicadores para detectar dependencia emocional
En muchas ocasiones no somos conscientes de cuándo nos encontramos en una relación asimétrica con otra persona; de cuándo dependemos emocionalmente de alguien y nos olvidamos de nosotros mismos para atender las necesidades de los demás.
Algunos indicadores que nos pueden alertar que presentamos dependencia emocional son el miedo al abandono, la necesidad de aprobación de terceras personas, obsesión e idealización de la persona de la que dependemos, evitación de conflictos, sentimientos de culpa, conductas de control, subordinación y anulación a favor de la otra persona… Las necesidades de los demás siempre irán primero que las nuestras propias.
En otras ocasiones, a pesar de que nos damos cuenta de todas estas cosas, somos incapaces de cortar la relación con esa persona. Aún reconociendo que esa relación no nos hace bien y no es sana, la dependencia es más fuerte y nos hace seguir en ese círculo vicioso. Esto sucede porque el reforzamiento positivo que nos da esa relación percibido como mayor a los costes de finalizar la misma. Pero, como hemos dicho antes, estos patrones desadaptativos son aprendidos y se pueden modificar.
Si detectas que te encuentras en una relación de dependencia emocional o que este tipo de relaciones son frecuentes en tu vida toma acción y acude a un profesional. Nunca es tarde para cambiar.
por admin | May 3, 2021 | Aceptación, Ansiedad, Defusión, psicología, rumiacion
¿Qué es la rumiación?
Cuando hablamos de rumiación hacemos referencia a un pensamiento repetitivo y excesivo de naturaleza negativo o catastrofista sobre un asunto que nos preocupa. La persona con pensamiento rumiante tiene una actitud pasiva con respecto a sus rumiaciones, es decir, no percibe que tenga control sobre ellas. De esta forma se deja llevar en su pensamiento circular. Muchas veces este bucle se vuelve adictivo, cuantas más vueltas le damos a un asunto más vueltas queremos darle, a pesar del malestar que esto genera. Un ejemplo de esto sería cuando escuchamos una canción y no podemos «quitárnosla» de la cabeza durante horas o incluso días. La cantamos y la cantamos a pesar de estar cansados de ella y parece que no se va a ir de nuestra cabeza nunca hasta que sin darnos cuenta dejamos de cantarla. Pero, con otro tipo de pensamientos no resulta tan sencillo.
¿Pasado o futuro?
Nuestro pensamiento rumiante puede estar enfocado en dos tiempo: el pasado y el futuro. Cuando hablamos de rumiaciones en relación a acontecimientos pasados, generalmente le damos vueltas a situaciones en las que podríamos o hubiéramos querido actuar de manera diferente, donde el sentimiento principal que nos afecta es la culpa. Otras veces son situaciones que no llegamos a comprender bien por qué pasaron e intentamos buscarle una explicación a toda costa porque pensamos que si le encontramos una explicación a lo que pasó nos ayudaría a aceptar dicha situación.
Pero esto casi nunca funciona así. Cuando nuestro pensamiento rumiante está enfocado en situaciones futuras, lo general es anticipar situaciones y entrar en bucle sobre las consecuencias de que se produzca tal u otra situación. Nuestros pensamientos son de tipo anticipatorio y predictivo pero no tenemos certeza de lo que pasará, y así alimentamos el bucle creando posibles escenarios y cómo poder afrontar cada uno de ellos. Generalmente es peor el impacto psicológico producido por la rumiación que por el problema en sí.
¿Qué podemos hacer?
Las personas con pensamiento rumiativo tienen más posibilidad de padecer depresión y/o ansiedad. ¿Podemos hacer algo para lidiar con estas rumiaciones? La respuesta es sí. En primer lugar es muy importante detectar y darnos cuenta de cuando estamos entrando en bucle con nuestros pensamientos. Tomar consciencia de nuestros pensamientos nos ayudará a poder tomar acción sobre ellos. Una vez que nos damos cuenta que estamos rumiando podemos cambiar nuestro foco de atención, es decir, llevar nuestra atención hacia otra cosa, como la tarea que estemos desempeñando en ese momento. Una vez que tomamos el control de nuestra atención podremos cortar estos bucles tantas veces como sea necesario,
Practicar la defusión de nuestros pensamientos es un trabajo muy útil. No hay que darle credibilidad a nuestra mente. De igual forma, aceptar lo que no podemos cambiar del pasado y que no tenemos control sobre el futuro nos ayudará a gestionar nuestro malestar de manera diferente y más adaptativa.
Si crees que necesitas ayuda es muy importante contactar con un profesional de la psicología.
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